Uno de los términos que recientemente se han puesto de moda es el IoT (Internet de las Cosas) donde básicamente lo podemos definir como una red de objetos (dispositivos) interconectados que intercambian información y datos a través de Internet. La evolución y constante expansión de IoT ha permitido que los datos que se almacenan en la nube evolucionen de una manera más compleja.
La recopilación de datos (BI, Big Data, CDP, etc.) proporciona información valiosa sobre los comportamientos, los intereses y las preferencias de los clientes, y esto se ha denominado Internet of Behaviors (IoB). IoB intenta comprender los datos recopilados de la actividad en línea de los usuarios desde una perspectiva de psicología del comportamiento. Y tiene por objetivo buscar y abordar la cuestión de cómo comprender los datos para poder aplicar ese conocimiento para crear y comercializar nuevos productos, todo desde una perspectiva de psicológica.
En consecuencia, que una empresa lleve a cabo IoB es técnicamente simple, pero psicológicamente complejo. Requiere la realización de estudios estadísticos que mapeen los hábitos y comportamientos cotidianos sin revelar completamente la privacidad del consumidor por razones éticas y legales.
Además, IoB combina tecnologías existentes que se centran directamente en el individuo, como el reconocimiento facial, el seguimiento de la ubicación y Big Data. Por tanto, es una combinación de tres campos: tecnología, análisis de datos y psicología del comportamiento.