Los avances tecnológicos son cada vez más visibles y poder asistir a las diferentes industrias sin lugar a duda viene a revolucionar lo que actualmente se hace, y en el caso del área médica, ¿alguna vez nos llegamos a imaginar en poder remplazar alguno de los sentidos del ser humano con la tecnología?. Suena muy futurista la idea, pero en pleno año 2021, neurocientíficos israelíes entrenaron a un hombre de 50 años, ciego de nacimiento, para reconocer objetos utilizando un algoritmo de sustitución sensorial llamado EyeMusic.
Este dispositivo que desarrollado por el Prof. Amir Amedi, convierte los estímulos visuales en «paisajes sonoros»: unidades de sonido que transmiten información sobre formas geométricas. Las imágenes de resonancia magnética funcional del cerebro del hombre antes y después de que aprendiera a reconocer paisajes sonoros revelaron que los circuitos neuronales en su cerebro habían formado «mapas topográficos» que antes se pensaba que no podían formarse después de la infancia.
El último estudio, publicado en la revista NeuroImage, proporciona nueva evidencia de la capacidad del cerebro para cambiar. Es prometedor que las personas pueden ser capacitadas para restaurar la función perdida, por ejemplo, después de un derrame cerebral.
Mientras que el sujeto aprende a interpretar paisajes sonoros, se demostró que sus circuitos neuronales se activan no solo en las cortezas auditivas, sino también en la corteza occipital, que recibe estímulos visuales en personas videntes y no se espera que se active en un individuo con ceguera congénita.
Los escaneos revelaron mapas topográficos ajustados al tono y al tiempo que no existían antes. Por ejemplo, los tonos de un tono similar estaban representados por neuronas adyacentes, mientras que los de tonos radicalmente diferentes estaban representados por neuronas distantes entre sí.
Esta es la primera vez que se ha demostrado que surgen mapas topográficos en un cerebro humano adulto. Los períodos críticos no son puntos de corte permanentes para el desarrollo de nuevas habilidades sensoriales; más bien, de alguna manera, podemos darle al cerebro una segunda oportunidad en cualquier momento de la vida.